Procrastinar…¿qué es eso?


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Inicio este artículo con una definición que encontré de esta palabra que encierra todo lo que en algunas ocasiones creo que la mayoría de nosotros hemos hecho:

“Procrastinar significa posponer o aplazar tareas, deberes y responsabilidades por otras actividades que nos resultan más gratificantes pero que son irrelevantes.

Procrastinar es una forma de evadir, usando otras actividades como refugio para no enfrentar una responsabilidad, una acción o una decisión que debemos tomar”.

Ahora que tal vez te sientas identificado o identificada con esta definición (¡como yo la primera vez que la leí!), ¿sabías que procrastinar es más una actitud asociada con trastornos de comportamiento que de organización? Si, shock total, así mismo me sentí al leerlo investigando sobre este asunto.

Resulta que la procrastinación, como lo dice el significado de arriba, evade alguna responsabilidad, tarea, acción o decisión que debemos tomar para darle paso a otras actividades que en el momento el cerebro considera más gratificante.

¿Qué pasa en tu cuerpo cuando procrastinas?

Leyendo un interesante artículo de un reconocido diario de los Estados Unidos, indicaban que cuando procrastinamos, generalmente alguna tarea que no nos gusta, una actividad que cueste esfuerzo y tiempo o bien algo sencillo como clasificar u ordenar la ropa de tu closet, tu mente empieza a jugarte una mala pasada: empieza a traerte probablemente recuerdos de algo que no pudiste culminar y te lo trae al presente como una forma de defensa para decirte algo así como. “Hey! Acuérdate que la última vez no pudiste hacerlo” o algo como “Creo que no podré terminar esta actividad, mejor la dejo para después”.

Es una especie de mecanismo de defensa pero que no te hace nada bien. Por eso cuando procrastinamos nos sentimos mal, queda un sentimiento parecido al fracaso o que no cumplí con algo.

Sin embargo, esto es potencialmente peligroso cuando por ejemplo procrastinas en tu trabajo, en tu negocio, en tu familia, actividades importantes que al final terminan perjudicándote.


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¿Qué hacer entonces?

Todavía no salgo del shock de saber que procrastinar no es una cuestión de mejorar tu organización sino de un aspecto del comportamiento. Que tiene que ver más con tus sentimientos que con tu agenda.

A ver, veamos juntos esta pequeña lista de cosas que podemos hacer:


> Modificar o eliminar viejos hábitos que no nos hacen bien.

  • Una de las primeras cosas que debemos modificar o eliminar son los viejos hábitos que no nos hacen bien. Y como ya son hábitos, debemos tener la disciplina de establecer acciones diarias que nos ayude a eliminarlos o modificarlos. Identifique cuáles son esas actividades que hace repetidamente y que se convierten en obstáculos para lograr sus objetivos…ahí está, ¡elimine eso!

>Superar situaciones

  • Superar situaciones que probablemente marcaron nuestra vida. Si, qué fácil decirlo. Pero aquí es donde entra la ayuda profesional: ve con un psicólogo idóneo si crees que necesitas ayuda para superar algún evento traumático, un sentimiento autodestructivo, algo con lo que has luchado y aún sigue allí. Buscar un refugio de paz en Dios también te ayudará muchísimo a pasar algunas páginas de la vida que ya no vale la pena recordar.

>Establecer pequeñas actividades por lograr todos los días.

Establece pequeñas actividades diarias que puedas lograr sin pensarlo dos veces y ve practicando con este hábito todos los días. Poco a poco puedes ir logrando actividades más complejas, tareas que requieran más esfuerzo y concentración.

>Establecer prioridades diarias.

Alguna vez leí que si tienes varias prioridades, ¡no tienes ninguna! Muchas veces podemos procrastinar solo por el hecho de tener muchas cosas por hacer y la ansiedad de querer hacerlas todas y cumplir con todo. Aunque parezca irónico el tener mucho que hacer te hace procrastinar muchas veces. Ve colocando en tu agenda las prioridades de cada día y trata de que sea una sola actividad a la vez. Esto poco a poco nos ayudará a cumplir las actividades más importantes y a establecer prioridades.

> Disciplina, mucha disciplina.

Todos fuimos equipados con fuerza de voluntad y dominio propio. Una vez que vayamos estableciendo nuestro plan de acción para no procrastinar se necesitará mucha disciplina de tu parte para poder lograrlo. Nadie más lo hará por ti, ¡inténtalo y lo lograrás!

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¿Qué hemos dejado para después hasta este momento?

Te parece conocido: leer un libro; ordenar el closet (¡me estoy hablando a mí misma!); alguna tarea aplazada en tu trabajo y que te están solicitando; ordenar la alacena de la cocina; eliminar o donar las cosas que no usamos de nuestro depósito; aprender inglés; emprender tu propio negocio; podemos tener una gran cantidad de actividades, tareas y decisiones que hemos aplazado sin razón alguna.

¿Qué tal si nos ponemos como meta que ese comportamiento lo podremos eliminar y empezar a lograr desde las más pequeñas actividades hasta las más grandes metas?

Sé que no será de un día para otro, tal vez no lo eliminemos al 100%, pero de seguro nos cambiará la vida.

¿Te apuntas?

Como conclusión, no podemos aplazar por siempre y para siempre actividades y tareas en las cuales nosotros somos responsables. Busquemos ayuda si es necesario, pero creéme, ¡podemos lograrlo!

¡Me cuentan cómo les va!

Dios les bendiga…y les ayude a no procrastinar.

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