“Crear modelos de negocios que ayuden a los demás hace la diferencia”.
Esta frase la leí hace poco en un artículo que hablaba sobre este tema. La empatía para emprender que todos podemos desarrollar y que a veces también se aprende a través de experiencias que nos hacen ser más sensibles a lo demás y sus necesidades.
A lo largo de la vida, he recibido sabios consejos que hoy quisiera compartir un extracto de algunos de ellos con ustedes y lo que he podido aprender a lo largo de ese camino del emprendimiento y que de seguro seguiré aprendiendo. Consejos que al final se unen a esta maravillosa meta de vida que es ayudar a los demás.
Que tu fin no sea el dinero, sino ayudar a los demás.
Y el dinero vendrá por añadidura.
Hay algo ineludible, necesitamos el dinero, eso no se puede negar, con el pagamos las cuentas, compramos nuestros alimentos, pagamos la escuela de los niños, etc, etc. Pero aprendimos en casa que el enfoque debe ser. “Ok, ¿para qué quiero dinero?. Ya lo dije más arriba, para pagar cuentas, comprar alimentos, etc, etc. ¿Y qué más?
Es aquí cuando muchas veces perdemos la visión, la perspectiva de las cosas. Después de poder sufragar los gastos y necesidades básicas, deseamos más y más y más. No está mal adquirir nuevas posesiones materiales para disfrutarlas, es producto del arduo trabajo y no está mal disfrutarlo, el problema está en que llega un día que no nos satisface más. Hoy tenemos algo pero mañana no nos satisface como ayer y queremos más…y más…y más.
Aunque sé que no es el caso de todos y que este tema puede ser un poco polémico pero mi principal objetivo es contarles que tras duras situaciones familiares aprendimos en casa que luego de tener lo suficiente para vivir, lo demás vendría como añadidura de Dios a nuestras vidas y así ha sido, que no debemos dejar de tener una vida para buscar esas añadiduras fervientemente al punto de que nuestras relaciones interpersonales y familiares se destruyan. Eso no. No lo permita.
Tener metas y sueños es saludable, pero que esa meta y ese sueño no reemplace a su familia, a Dios ni a sus valores en su vida. Esos son los verdaderos tesoros que poseemos. Y hay que cuidarlos.
Te animo a que si hoy tienes más dinero que ayer, piensa en cómo puedes ayudar a los demás. De seguro hay alguien cerca de ti que necesita algo. No des de lo que te sobra, eso sería fácil, da de lo que te cueste y que producto de tu trabajo sepas que tienes el poder de ayudar a muchas personas también.
Inténtalo.
Tu negocio debe tener un propósito.
Negocios con propósitos. Esto lo hemos venido escuchando muchas veces últimamente. Todo radica simplemente en ser intencionales desde el día uno que surge la idea de tu negocio en hacer que tenga un maravilloso propósito de ayuda hacia a los demás, no sólo el propio y llevarlo a la acción una vez que inicies.
No hablo sólo en lo financiero sino también en lo emocional, espiritual, profesional. Tu negocio puede levantar generaciones enteras a ser mejores profesionales, mejores administradores de recursos, a ser motivadores, a apoyar a otros emprendedores, a transmitir los conocimientos y experiencias que has podido adquirir para ayudar a otros a labrar un camino profesional independiente. Todo esto es parte del propósito que debemos procurar inyectarle a nuestro negocio.
Cabe destacar en este punto que tu experiencia y conocimientos valen mucho y que tener un negocio con propósito no quiere decir que regales tu trabajo (algunos se aprovechan de esto lastimosamente), sino que la diferencia es que no solo agregas valor comercial a los negocios de otras personas o a las vidas de otras personas sino también agregas valor intangible como el hecho de que alguien se anime a dar el primer paso en un emprendimiento con tu ayuda y llegue a ser exitoso. ¡Esto es oro! ¡Y no tiene precio alguno!
Pensar: Ganar – Ganar
Durante esta semana en la escuela de mi hijo se celebró la semana del liderazgo y a su salón le correspondió representar, bajo el tema de “The Cat in the Hat”, el hábito No. 4 descrito en el libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” de Stephen Covey: Pensar en Ganar – Ganar. Fue un atento recordatorio de lo que realmente significa este mundo emprendedor y de negocios independientes, su propósito y el impacto positivo que puede generar en los demás.
Pensar en Ganar-Ganar no es más que anteponer la necesidad que tienen los demás ante mi propio beneficio. Que no solo yo puedo ganar sino que los demás también deben ganar.
Es bien conocido que esta manera de pensar hoy en día es un poco difícil de aceptar o poner en práctica dada la alta competitividad que muchos han confundido como competencia. La competencia hace que uno sea un ganador y otros perdedores, y esto está bien en los deportes, pero ¿en los negocios?. En los negocios procuremos agregar valor intangible a nuestros clientes y verá como no necesitará competir, el mercado se abrirá a un mundo nuevo de posibilidades de hacer negocios con empatía que al final traen más satisfacciones que el solo generar dinero.
¿Te apuntas?
Finalmente puedo decir que no es fácil, no es nada fácil esto que estoy planteando. En medio de ese espíritu de competencia que menciono, en medio de situaciones difíciles, en medio del surgimiento de cientos de negocios independientes. De hecho actualmente lo estamos viviendo en varios aspectos de nuestra vida familiar, pero no hay nada más edificante para tu vida profesional, personal y espiritual que el poder impactar positivamente a los demás y luego verlos crecer en todos los aspectos de la vida. Esto es maravilloso y como dije, ¡no tiene precio!.
¿Vale el esfuerzo verdad? ¿Pensar en ganar-ganar y desarrollar la empatía? Vamos a seguir ampliando este tema más adelante, pero por ahora vayamos pensando en ese propósito que puede tener nuestro negocio para impactar en los demás y sobre todo ponernos en los zapatos de los demás, ser sensibles a sus necesidades, ser empáticos.